Cuando existe un problema para controlar las emociones y el comportamiento en diferentes situaciones, podemos hacer referencia a un trastorno del control de los impulsos.
Estos problemas se caracterizan por la tendencia a ejecutar acciones demasiado rápido, de forma irreflexiva y/o irracional y la incapacidad para inhibir dichas acciones una vez que se han puesto en marcha. La persona que padece un problema de autocontrol no es capaz de resistir una tentación, impulso o deseo.
Si aprendemos a manejar la ira, tendremos la capacidad de minimizar las emociones negativas y sus posteriores reacciones fisiológicas: aunque no podamos cambiar o evitar la realidad que nos rodea y que pueda ser adversa -y nos provoque ansiedad, enfado- sí que podemos controlar las emociones para poder enfrentarnos con las situaciones de una forma controlada.
